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“RESTAURANDO IDENTIDADES”: LOS PROGRAMAS INDIVIDUALES DE JUSTICIA RESTAURATIVA DE IIDEJURE
- julio 29, 2021
- Publicado por: Staff IIDEJURE
- Categoría: Blog IIDEJURE
Autora: Violeta Maltos
Desde IIDEJURE hemos impulsado, gracias a la generosidad y esfuerzo de las personas que realizan voluntariado de facilitación y de las docentes que se encargan de apoyarles como tutoras, lo que las leyes nacionales de ejecución penal (a. 204) y del sistema integral de justicia penal para adolescentes (a. 21 y 195) llaman ‛programas individuales’ de justicia restaurativa.
Con nuestra organización hermana, Colectivo Diálogos —les sugerimos seguir su canal de You Tube donde encuentran información valiosísima sobre justicia restaurativa y otros temas—, hemos diseñado e implementado programas individuales para: víctimas; familiares de personas privadas de la libertad; personas adultas cumpliendo pena de prisión; adolescentes cumpliendo medida de sanción de internamiento; entre otros.
Hoy quiero compartirles en qué consiste una de esas ‛versiones’ de Restaurando identidades (RI): el de adultos hombres cumpliendo pena de prisión.
Pasos previos a implementar un programa RI
Antes de implementar en un centro de reinserción, primero se brinda una capacitación de entre diez y veinte horas al personal técnico y, si es posible, también al directivo y de custodia, para compartir algunas bases de justicia restaurativa y en qué consiste el programa, con el fin de recoger comentarios que nos permitan hacer ajustes para una implementación exitosa.
A continuación, hacemos la invitación o convocatoria interna, preferentemente presencial, a través de charlas grupales. Nuestro programa no tiene restricciones de tipo de delito ni tiempo de sentencia, cualquier persona puede ingresar siempre que haya voluntariedad, no tengamos un cupo lleno —no más de 16 personas— y, de preferencia, no vaya a ser liberada antes del tiempo de término del programa.
La duración del mismo depende de si las sesiones —de cuatro horas cada una— son por semana o cada quince días, lo cual queda a decisión del centro de reinserción y de la disponibilidad de tiempo de nuestro voluntariado.
Encuadre
Las primeras dos sesiones las dedicamos a hacer un Círculo de Paz como encuadre del programa, en donde explicamos nuevamente — aunado a lo que ya dijimos en el periodo de invitación— en qué consiste RI, qué pueden esperar del programa y qué es lo que no hacemos en el mismo, también establecemos valores y lineamientos para conducirnos nosotros y las personas participantes durante cada sesión futura. Posteriormente, hacemos rondas de generación de confianza que suelen prolongarse hasta la segunda sesión, dependiendo del mismo grupo.
Primer módulo: deconstrucción de la violencia
Antes de hablar sobre responsabilidad activa en el hecho por el que fueron sentenciadas las personas, hablamos sobre cómo la violencia sufrida y el trauma no sanado pueden traducirse en violencia ejercida y reactuación del trauma, tanto hacia adentro como hacia afuera, en este último caso, pasando del ciclo víctima a victimario. Todo lo anterior lo realizamos a través de exposiciones, ejercicios, círculos de paz de diversos tipos y otras actividades. Las personas comparten sus historias personales hasta donde cada una desea hacerlo. Este módulo nos toma entre tres y cuatro sesiones.
Segundo módulo: justicia restaurativa
A través de diversas actividades, compartimos los principios de la justicia restaurativa con las personas participantes, con sus elementos de daños, necesidades, causas, responsabilidad activa, inclusión y participación. Con las personas participantes, realizamos análisis con enfoque restaurativo de notas periodísticas, historias compartidas y, cuando esto es posible, participación de víctimas —sobrevivientes, en realidad— que envían testimonio o acuden generosamente a brindarlo de forma presencial, lo que requiere una preparación especial tanto de las personas que comparten como de las que escuchan.
Posteriormente, cada persona realiza el análisis de su propia conducta —puede ser el hecho por el que recibió sentencia u otro— con enfoque restaurativo, para preguntarse: a qué personas les causaron daño con su conducta; qué daño puedo haber sido éste; cuáles fueron las causas de su actuar; qué consecuencias trajeron sus acciones a sus propias vidas; quiénes podrían ser las comunidades más afectadas por la situación según el contexto; y, qué tendría que hacerse, si tuvieran la oportunidad, para intentar reparar el daño causado de una manera integral —siempre bajo la premisa de que la única persona que puede saber qué le haría sentirse reparada sería la propia afectada y que este ejercicio es solamente de reflexión—.
Como este programa no prevé encuentros o comunicación de estas personas sentenciadas participantes con las víctimas, a menos que estas últimas hubieran hecho una solicitud, les pedimos hacer al menos un compromiso de “reparación simbólica”. Esto puede consistir en cualquier acción concreta que se dirija a atender en todo o en parte una o más de las causas que identificaron o a “lanzar un mensaje” para sí mismos o la comunidad de que hay un compromiso sincero de no volver a causar ese daño. Entre los planes de reparación que han hecho se encuentran: disculpas y diversos apoyos hacia integrantes de sus propias familias; algún tipo de servicio a la comunidad dentro del centro de reinserción o una vez que cumplan su condena; elaboración y donación de materiales o juguetes a casas hogar u hospitales; tomar alguna capacitación en determinado tema que se relacione con la ofensa; tratamientos contra algún tipo de dependencia; entre otros.
Este módulo suele durar un promedio de tres sesiones, que pueden ampliarse a cuatro, cuando alguna víctima acude a dar testimonio de forma presencial.
Tercer módulo: migración de identidad
Con todo lo aprendido y reflexionado por las personas participantes, llegamos al análisis de lo que funciona y no funciona en cada vida. Lo que es valioso para cada persona y que desea conservar, pero también lo que le ha sido perjudicial y que puede —y necesita— ser modificado.
Nuestra identidad no es necesariamente una elección nuestra, pues está influida por paradigmas, discursos, cultura, “herencias” que otras personas nos han dejado sobre cómo deben ser ciertas cosas y cómo debemos reaccionar o actuar. No siempre estamos conformes con nuestra identidad, o bien, no con todas las partes que la componen. La migración de identidad es el proceso por el que transitamos de la identidad actual a la identidad favorita o deseada, que es como realmente queremos ser.
Cuando trabajamos con las personas sentenciadas en este módulo del programa, analizamos con ellas cómo nos gustaría ser y de qué forma nos sentiríamos cómodas en nuestro camino por la vida, sin los aspectos, actitudes o conductas que nos han perjudicado y que han influido en que causemos daño a otras personas y a nosotras mismas.
La migración a la identidad favorita requiere reflexión y replanteamiento de valores, actitudes y acciones que nos permitan ser y reaccionar de modos diversos a las circunstancias que se nos van presentando en la vida. La migración de identidad es un camino diverso para cada persona, pero en este módulo tratamos de sentar algunas bases que ayuden a las personas participantes a ponerse en marcha: valorar la renuncia a la identidad actual, visualizar con la mayor claridad posible la identidad favorita, identificar y empezar a construir los pequeños cambios que se enfoquen a esa identidad deseada y, al final, buscar anclas o refuerzos para la identidad alcanzada —“andamiaje” —.
Cito un fragmento del manual de nuestro programa, que escribí en coautoría con mi querido amigo y compañero Héctor Valle, coordinador del Colectivo Diálogos, quien expresa:
“Muchas veces en los procesos de cambio, la falta del andamiaje hace que ante la primera dificultad las personas regresen a los esquemas conocidos, por ejemplo, a la violencia o a una identidad machista.
Debemos evitar pensar que el migrar la identidad obedece a un cambio radical de la persona. Todas las personas tenemos muchas habilidades, valores, relaciones que son muy valiosas, podemos migrar una parte de nuestra identidad, aquella que está en conflicto, aquella que ejerce violencia; aunque al cambiar un aspecto estamos cambiando el todo (principio de totalidad), no es necesario someter a las personas a la idea de un cambio radical o se sentirán perdidas, sin sentido, en un proceso de negación de lo que han sido.”
Sentar estas bases con las personas sentenciadas, que “tocan” también las vidas de quienes somos sus facilitadores y facilitadoras voluntarias, al acompañar estos procesos y nos influyen procesos de cambio personal —siempre para bien, en mi caso—, nos toma aproximadamente tres sesiones. Desde luego, deberían continuar los círculos y tener un acompañamiento permanente, pero hasta ahora no nos ha sido posible en ninguno de los programas o, al menos, no de forma continua, ya que en algunos casos las personas voluntarias siguen haciendo círculos esporádicamente, pero no de forma fija. Espero que un día cada centro del país cuente con personal facilitador que pueda seguir acompañando estos procesos de forma continua.
Círculo de cierre
Una vez concluidos los módulos, dedicamos una sesión al cierre, que realizamos a través de un Círculo de Paz, en el que comentamos lo que nos llevamos cada persona de todo lo aprendido y compartido y cómo nos ha influido a cada quien el camino recorrido en comunidad durante los meses que duró el programa.
Graduación
Siempre que nos es posible, realizamos una ceremonia de entrega de constancias del programa, con personas invitadas que puedan brindar un mensaje a las participantes y escuchar lo que ellas quieren compartirle sobre su proceso en el programa, acompañado de algún refrigerio. También buscamos extender la invitación a la autoridad penitenciaria y organizaciones de la sociedad civil. Esto, desde luego, siempre depende de cuán flexible pueda ser la institución para el acceso de personas, alimentos y utensilios.
Próximamente lanzaremos en eBook nuestro manual del programa, en el que podrán encontrar mucha más información. En otra entrada les compartiré sobre las modificaciones de Restaurando Identidades según la “versión” de que se trata o, mejor dicho, el perfil de las personas beneficiarias, como en el caso de adolescentes con medida de sanción de internamiento, en el que también tiene un componente paralelo de trabajo con familias de cada adolescente.
Cierro esta entrada del blog agradeciendo con todo mi corazón a las y los voluntarios que comparten su tiempo y esfuerzo, a las organizaciones hermanas que nos apoyan en los programas —Documenta, Colectivo Diálogos, Prison Yoga Project, Insade, AlterBike—, a las autoridades que han abierto las puertas a los programas restaurativos y al Equipo IIDEJURE, siempre dispuesto a brindar parte de su jornada y de sus corazones a aportar lo que cada quien puede hacer desde su puesto de trabajo.
Si quieres conocer más sobre el programa “Restaurando Identidades” te invitamos a inscribirte al curso “Procesos Restaurativos en Ejecución Penal” que está por comenzar. Puedes hacerlo a través del siguiente link:
https://forms.gle/3X8dHud6LWuT1sDy8
Referencias.
- Instituto Internacional de Justicia Restaurativa y Derecho. Manual de Restaurando identidades para adultos cumpliendo pena de prisión. Pendiente de publicación, actualmente para uso interno del voluntariado. Autores: Héctor Alejandro Valle López y María Antonieta Maltos Rodríguez.
- Ley Nacional de Ejecución Penal.
- Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes.
- Yoder C. (2005). The little book of trauma healing. Pensilvania: Good books.
- El pequeño libro de la justicia restaurativa. Estados Unidos. Good Books.